En el año 2006, el Ministerio de Defensa finlandés desclasificó y publicó esta imagen acompañada de una escueta descripción: «Agente desconocido de la inteligencia soviética antes de ser ejecutado. Finlandia, 1942». La fotografía fue tomada en los bosques de Rukajärvi durante la Guerra de Continuación ruso-finlandesa.

En ella, el agente soviético parece reír ante el rostro mismo de la Muerte. Sin miedo a nada. Conoce su destino, de nada sirve suplicar o intentar huir. El resultado será el mismo.

Podría bajar la mirada y contemplar una última vez la hierba entre la nieve. Podría cerrar los ojos y recordar su familia o su hogar, si los tuvo. Podría imaginar el futuro que ya no será, la conversación que no tendrá con su hijo, el beso que no dará a su mujer.

Quizá se trata sólo de una risa nerviosa, como la de un niño al que sorprenden entrando en territorio prohibido e intenta justificar la travesura con su candidez infantil. Incluso cabe la perturbadora posibilidad de que esté, simplemente, sonriendo a cámara, totalmente ajeno a la inminente fatalidad.

En cualquier caso, nada de eso importa. El enemigo lo ha capturado, pero no tendrá la satisfacción de ver lágrimas en sus ojos o miedo en su rostro. Lo arrancarán de este mundo, pero no sin antes desconcertar a su ejecutor, al fotógrafo y a la posteridad.

El verdadero motivo de su expresión nunca lo sabremos, si es que realmente se trata de una sonrisa y no de un gesto de sorpresa o pavor o repulsión. La sonrisa del agente soviético es un generador de ficciones: nos permite extraer una historia de donde quizás sólo hay Historia.