Personalmente, no soy muy amigo del catolicismo, cultos análogos o cualquier otro tipo de fervor en materia religiosa, pero sí me encanta contemplar, analizar y aprender del rastro que deja a su paso. Mal que me pese, vivimos en un país y sociedad de tradición católica, y su imaginería está por todas partes. Así que, si bien la visión de un crucifijo sobre el cabezal de una cama me hace dar un respingo, la salvajada que muestra la imagen me provoca una mezcla de fascinación y rechazo que no alcanzo a entender.
Pero este crucerío no está en España, aunque tampoco estaría muy fuera de lugar por estos lares. La Colina de las Cruces es un santuario católico y lugar de peregrinaje en Šiauliai, Lituania, que fue también símbolo de resistencia pacífica durante la ocupación soviética. Aunque el número exacto de cruces se desconoce y ha variado con el paso de los años, se cree que hay más de cien mil. Qué barbaridad.
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[Aunque al final no me ha servido de mucho, haciendo este post he aprendido que la fobia a cruces y crucifijos se llama estaurofobia y quería colarla en algún sitio, de ahí el título.]