Tres peliculones como tres catedrales inauguran esta sección de título tan evidente como explicativo. La intención no es juntar tres películas cualesquiera porque sí, sino programar con sentido, buscando líneas temáticas o puntos de vista en común, reuniendo tres obras con almas similares o complementarias entre sí. Apunto alto y tomo como modelos, por ejemplo, todo lo que pudo programar Henri Langlois cuando dirigía la Cinémathèque de París o la muy apetecible retrospectiva dual Lynch/Rivette que organizó el año pasado el Film Society of Lincoln Center de Nueva York. Al lío:



En este caso, estamos ante tres retratos de una obsesión por encontrar la verdad que se esconde y confunde en el tejido mismo de nuestra realidad. Tres artistas en sus respectivos campos (un fotógrafo, un experto en vigilancia acústica y un ingeniero de sonido, respectivamente) que se ven envueltos en una trama criminal precisamente por su profesionalidad y perfeccionismo, una obsesión enfermiza por el detalle que acabará vampirizando sus vidas insatisfactorias. Si no lo han hecho ya, ¡véanlas!